CON EL LEMA “NADIE CRECE SOLO” POR BANDERA
 
La Fundación Diocesana San José Obrero lleva más de 50 años luchando por la atención a la infancia y a la juventud más desfavorecida
 
 
El mes de mayo dará comienzo el miércoles con el Día del Trabajador. Día también importante en la Diócesis de Orihuela-Alicante al celebrarse la festividad de San José Obrero. Y es que en este contexto toma una especial relevancia el gran trabajo y la ardua tarea que se está llevando a cabo desde la Fundación Diocesana San José Obrero, con más de 50 años de experiencia en el área de atención a menores en situación de desamparo, inadaptación o riesgo social.  
 
Dos residencias de acogida para menores, un centro de día, varios pisos tutelados, un colegio diocesano, talleres de inserción social, departamento de inserción laboral, un programa de medidas judiciales, un proyecto de integración escolar…. Esta es la gran red que día a día mueve esta Fundación no sin dificultad y grandes dosis de esfuerzo, como explica su director, Vicente Martínez Agulló: “no es fácil que una institución se mantenga viva y siga creciendo en el mundo de los servicios sociales y de los más desfavorecidos. Requiere mucha vitalidad e impulso en las personas que se implican y una capacidad de adaptación a los cambios sociales y a las nuevas necesidades que van surgiendo en nuestro contexto social”. 
 
Su origen está en la atención a niños con situaciones familiares de abandono, inadecuada atención, malos tratos, con episodios de pobreza marginal, droga, etc.
 
Las residencias para menores se han convertido en el corazón de este proyecto suponiendo unos recursos reales y efectivos para nuestra sociedad. Desde los cuatro hogares, para 32 niños, en Orihuela o la conocida como Casita de Reposo en Elche, con capacidad para 16 menores, se les ofrece una vivienda permanente para cubrir sus necesidades y prestarles una asistencia integral y continuada. La finalidad es ofrecer un lugar de convivencia que desarrolle las capacidades de los residentes mediante un proceso individualizado que fomente la integración en el ámbito comunitario e intentando garantizar al menor todo lo que necesite para su crecimiento y formación.
 
A estos hogares hay que sumar varios pisos tutelados y un Centro de Día, en el que se atienden a 24 niños. Con él se busca principalmente llevar a cabo una labor de prevención del riesgo de abandono familiar o desprotección. “Es sobre todo una ayuda para aquellos niños que todavía no están en situación de abandono, pero tienen algún riesgo de experimentarla” explica Vicente.
 
También son importantes los proyectos destinados a la integración social, escolar y laboral de los menores y/o jóvenes. En este sentido tienen gran trayectoria y tradición los TIS, los talleres de inserción social, en los que diariamente se preparan para la incorporación al trabajo jóvenes con dificultades sociales, de aprendizaje o con medidas judiciales. Además, desde el departamento de inserción laboral, se trabaja, en colaboración con la Conselleria de Trabajo, para que realicen prácticas en las empresas de la zona.
 
Desde sus orígenes se optó por esta Formación Profesional de los jóvenes, no solo de Orihuela sino también de toda la comarca y, en momentos puntuales de su historia, de alumnos procedentes de otras comunidades autónomas. En el año 1957 se inaugura la primera escuela profesional en la especialidad de madera, más tarde se incorpora a la oferta formativa la especialidad de metal. Posteriormente, se incluyeron las especialidades de electricidad, automoción y administrativo.
 
“Apostamos por la integración, a todos los niveles y en todas las facetas, tanto escolar como social” añade el director de San José Obrero. Precisamente el Proyecto Ireneo trabaja por la integración escolar en Primaria, de los menores procedentes de ambientes de privación social, económica y familiar en colegios de Orihuela.
 
Es así como esta Fundación Diocesana movida por el lema “Nadie crece solo” se afana diariamente en la lucha y defensa de la infancia y la juventud más necesitada. Una entidad que, pese a la grave situación económica que atraviesa el país, no se puede permitir bajar la guardia ni reducir sus servicios, vitales para garantizar un futuro a multitud de jóvenes y niños.
                       
“Aunque nuestra actividad social y educativa es subvencionada en su mayor parte por la administración autonómica, ésta no cubre todas nuestras necesidades, ya que cualquier Obra Social es siempre deficitaria. Por lo que siempre necesitamos de la ayuda económica y social de personas particulares o entidades privadas, que quieran colaborar con esta Obra Social de la Iglesia Diocesana” culmina Vicente Martínez.