Queridos diocesanos y visitantes:

Qué gozo ver de nuevo, aunque incipiente aún, el resurgir de la actividad turística y la llegada de veraneantes a nuestras tierras. Cuan larga y perniciosa, para todos, ha sido la ausencia. A causa de la pandemia vivida, el turismo y todas las actividades relacionadas fueron suspendidas. El confinamiento paralizó el viajar, pasear y conocer otros lugares. A consecuencia de esto, la infraestructura turística se resintió afectando con gravedad a la economía de las empresas y a los trabajadores del sector. Por ello, esta recuperación me produce una profunda alegría.

Sigamos, por tanto, avanzando hacia la plena normalidad turística, hasta alcanzar su total desarrollo, con prudencia y seguridad, sin perder de vista que la epidemia aún no ha desaparecido. Para lograr este objetivo son necesarias la cooperación de todos los implicados y la eficaz gobernanza de los responsables sociales que tienen que analizar, dilucidar y legislar al respecto. Ciertamente, discernir las pautas a establecer, no es tarea fácil ni infalible, ya que se deben evitar tanto la celeridad irresponsable, como las demoras innecesarias que vulneren los derechos y las libertades o que dañen la economía del sector. Así pues, os pido encarecidamente a todos que recemos por aquellos que tienen la difícil misión de reconstruir y dirigir el sector turístico. Que el Espíritu Santo les ilumine.

Tampoco, en estos momentos, podemos olvidar a todos aquellos que, por cierre de sus negocios o por la ausencia de trabajo en el mercado laboral del turismo, se encuentran actualmente en penuria económica. Ruego a las autoridades y a los organismos oficiales correspondientes que responsablemente traten de subsanar esta angustiosa precariedad, prestándoles la ayuda necesaria y poniendo todos los medios a su alcance para su pronta recuperación. Igualmente exhorto a los miembros de nuestra Iglesia diocesana a que redoblen sus esfuerzos para paliar, en la medida de sus posibilidades, esta grave situación. Soy consciente que, desde el inicio de la pandemia, la Iglesia, por medio de sus instituciones y miembros, y también de otras muchas asociaciones laicas, no habéis dejado de actuar para subsanar esta imperiosa necesidad, por ello aprovecho la ocasión para daros a todos las gracias por vuestro trabajo y esfuerzo. Dios os recompensará.

Permitidme ahora que me dirija a los que estáis programando las vacaciones o ya estáis aquí de turismo. Ciertamente, las restricciones a causa de la pandemia han incrementado las ansias de viajar, agruparse y disfrutar; Algunos prefieren resarcirse en la soledad de la naturaleza; otros buscan también la tranquilidad, pero en sociedad; Hay quien desea, en cambio, el bullicioso jolgorio; etc.  En esta hermosa tierra encontrareis multitud de posibilidades y ofertas para elegir. Desde las playas y el mar de la costa hasta la multiplicidad de pueblos y paisajes del interior. En todas partes descubriréis la acogida y el carácter amable de nuestra gente, su creatividad expresada en sus tradiciones, su patrimonio artístico y sus fiestas. Deseo que sanamente lo disfrutéis. Os ruego encarecidamente que no falte la sensatez en ello, y que se cumplan en todo momento las normas sanitarias y de convivencia que nos indican nuestras autoridades. No olvidéis que aún estamos en tiempo de pandemia. Disfrutemos, pero con un ocio responsable que salvaguarde la salud de todos.

Por otro lado, después del aislamiento y la soledad que muchas familias han sufrido, los viajes familiares son una buena terapia para que se restablezcan los habituales lazos afectivos, sobre todo con los niños y los ancianos. También en la diócesis disponéis de diversos itinerarios y abundantes rutas, llamadas de fe, que incluyen hermosos templos parroquiales, santuarios, ermitas, museos de arte sacro… que merecen ser visitados y que estimulan la experiencia de la transcendencia. Las familias cristianas, como iglesias domésticas que son, pueden encontrar también, en estos lugares, abundantes elementos catequéticos para transmitir a sus hijos.

Os sugiero, además, que aprovechéis estas vacaciones, junto al merecido descanso y la diversión, para reflexionar y madurar humana y cristianamente. Replantearnos nuestras vivencias después de la virulenta pandemia nos puede llevar a ver el mundo y la vida con nuevos ojos; a valorar más la creación y la libertad.  Entender que tan solo somos inquilinos de este planeta, y que hay que cuidarlo. Este tiempo de asueto nos puede ayudar a discernir qué es importante y qué es prescindible en la vida. Percatarnos que existe un plan de Dios que hay que descubrir y aceptar. Y, sobre todo, este tiempo vacacional es tiempo de gracia; un periodo propicio para encontrarse con Cristo Resucitado, que se hace presente en la vida de cada uno y en toda situación humana.

Para acabar, os invito a que participéis plenamente en nuestras celebraciones litúrgicas, especialmente con el sacramento de la penitencia y en la Eucaristía dominical, y a haceros presentes en las diversas actividades pastorales que organicen las distintas parroquias y comunidades cristianas de nuestra diócesis.

Que paséis felices vacaciones. Os encomiendo a todos a Nuestra Madre la

Virgen María. Que Ella acompañe y proteja a todo el turismo y al mundo entero.

Con mi bendición y afecto para todos

 

X Jesús Murgui Soriano.

Obispo de Orihuela-Alicante.