Queridos turistas y visitantes: Bienvenidos a casa. Con gozo os acogemos, para disfrutar juntos de esta preciosa tierra, en la Diócesis de Orihuela- Alicante. Espero que vuestra estancia aquí os sirva de relax y  desarrollo personal.

Supongo, que ya habéis diseñado las vacaciones y sabéis cómo utilizar el tiempo libre durante estos días. Junto a encomiables propuestas lúdicas de muchos ambientes turísticos, coexiste actualmente la cultura de lo trivial, que identifica el ocio con la mera diversión. También la oferta consumista busca captar sumisos clientes, con estímulos que domestican y satisfacen momentáneamente pero que generan pronto insatisfacción y reclaman más consumo. Está muy extendida, también hoy, la búsqueda de “nuevas experiencias”. El hombre contemporáneo, siempre insatisfecho y con ansias de gozar, va con frecuencia a la captura de nuevas emociones, que a veces, le acarrean nefastas e irreversibles consecuencias. Urge desarrollar toda una cultura sobre el tiempo libre y la diversión.

Conviene no caer en las horas muertas y de la dañina pasividad en la que nos envuelven ciertos entretenimientos. Ya he dicho, que estamos ante una sociedad que en muchas ocasiones divierte, y que inadvertidamente convierte a los usuarios en meros espectadores o consumidores de la información o del producto que quiere ofrecer, sin implicarlos. Necesitamos dinámicas que estimulen la creatividad. Actividades que abran la mente y hagan a la gente más protagonista que espectadora.

Añade también pasividad, la forma virtual de vivir. Cada vez más, vemos todo a través de una pantalla y perdemos sociabilidad. Además, con solo un “click” tenemos todo el ocio del mundo a nuestro alcance sin necesitar de nadie para pasarlo bien. Esto puede conformar una sociedad solitaria de individuos aislados. Llama la atención la nueva forma de relacionarse; hay personas que en las redes sociales son más sociables que en la vida real. El periodo vacacional es idóneo para abrirse a los demás y no cerrarse en uno mismo; para darle algunas vacaciones a “la pantalla” y  establecer relaciones humanas.

Por último, necesitamos de un ocio espiritual. A diferencia de muchos que solo ofrecen lo presente al hombre contemporáneo, la Iglesia, sabiendo que solo Dios satisface plenamente el deseo humano, lo manifiesta a Él para que todos puedan alcanzarlo, y con Él, consigan todo lo que, aún sin saberlo, ansían;  así San Pablo lo apunta a los Corintios: “… Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman” (1 Cor 2,9).  Esta verdad estimula a la Iglesia a ser persistente en ofrecer la alegría del Evangelio al mundo turístico.

 

Concluyo mi carta, subrayando que las vacaciones no deben ser un tiempo muerto, sino un medio que Dios pone a nuestro alcance para que aprendamos y nos perfeccionemos disfrutando. Por eso, el tiempo libre, del que vamos a disponer estos días, procuremos que llegue a ser activo, creativo, sustancioso, solidario, reflexivo…, en definitiva “valioso”. Que nos haga más humanos y facilite la cercanía a Dios. Que nos ayude a salir de nosotros mismos para ofrecernos a los demás. A este propósito; quiero recordar aquí a todos los que emplean su tiempo en ayudar a los menesterosos, o aquellos cooperantes que se desplazan a territorios de misión o subdesarrollo. De igual forma, considero admirable el retiro voluntario, en periodo vacacional, de los que se apartan del mundanal ruido, bien en un monasterio, bien en plena naturaleza, precioso don de Dios a cuidar, o en otro lugar en pacífica soledad…, para meditar y profundizar en sí mismos y en su fe.

No quiero olvidar a todos aquellos que para que otros disfruten de sus vacaciones ellos no las tienen. Es verdad que en nuestra tierra acogemos con gusto a cuantos nos visitan, y ello es posible porque muchos de aquí están en la dedicación de su trabajo sosteniendo un mundo al servicio de los que llegan a esta hermosa tierra de acogida. A cuantos trabajáis, especialmente, en verano mi reconocimiento y por qué no, mi felicitación en parte porque en los tiempos que corren tener trabajo, aún con calor, no deja de ser un don. Hacéis un enorme servicio, quizás impagable. Gracias.

Que paséis todos un buen verano. Aprovechad bien el tiempo. Y no olvidéis al final de las vacaciones evaluar lo vivido. Os encomiendo a todos a la Santísima Virgen.

¡Felices vacaciones y a disfrutar!

JESÚS MURGUI SORIANO

OBISPO DE ORIHUELA-ALICANTE

 

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