El curso en la Diócesis de Orihuela-Alicante culmina con una nueva alegría vocacional. La ordenación de dos nuevos diáconos. Uno de ellos permanente. Será este sábado 23 de junio, a las 11:00 h, en una ceremonia muy solemne, concurrida y emotiva en la basílica de Santa María de Elche. Allí, de manos del obispo diocesano monseñor Jesús Murgui, Francisco Luis Soler y Joan Castaño dirán “sí” al diaconado. Pero cada uno de ellos desde una perspectiva diferente. Joan Castaño García será ordenado diácono permanente y Francisco Luis Soler Alós, lo será en orden al presbiterado.

Con 42 años, Francisco Luis Soler, natural de L´Alfàs del Pi, es un seminarista que comenzará el sábado, tras su ordenación como diácono, su fase previa el sacerdocio embarcándose ahora en unos meses de “prácticas pastorales” con destino el Seminario Diocesano de Orihuela. “Espero de estos meses como diácono seguir formándome y preparándome, sirviendo a los demás en el servicio diaconal de Cristo para llegar con más fuerza y conciencia de entrega, a la ordenación presbiteral” explica Francisco. Se decidió por el sacerdocio a la edad de 37 años tras un largo discipulado y discernimiento. “A las puertas de mi admisión a órdenes pero para el diaconado permanente, una tarde al salir de clase, con el olor de incienso de la capilla del Teologado, descubrí que mi sitio estaba en ese edificio de enfrente: el Seminario y entregarme del todo para ser sacerdote. Ese es mi yo, ahí está mi corazón” añade.

De este modo, a Francisco Luis le esperan unos meses de intenso trabajo tras los que volverá de nuevo ante su obispo para dar el ”sí” definitivo a la Iglesia Católica. Será entonces ordenado sacerdote.

Un caso bien diferente es el de Joan Castaño, casado y padre de dos hijos. Será ordenado diácono permanente. Sus funciones son las mismas que las de un diácono en tránsito hacia el sacerdocio, pero de manera permanente. Más concretamente, predicación del evangelio, celebración del bautismo, del matrimonio o de exequias y aquellas otras funciones que impliquen servicio a la comunidad cristiana.

“Podría decirse que fue una especie de llamada que sentí al conocer que en la Diócesis se recuperaba la figura del diaconado permanente. Pensé que quizás esa inquietud que había experimentado durante muchos años podría tener respuesta en ese ministerio. Y tras consultarlo con mi párroco, con el entonces responsable de la formación del diaconado permanente y con mi esposa, que me animó mucho, decidí emprender el camino” explica Joan. Castaño considera que esta figura del diácono permanente tiene mucho que aportar a la Iglesia ya que “se nutre de personas de edad madura, casadas, con un trabajo civil, situadas en medio del mundo”.

 

¿QUÉ SIGNIFICA SER “DIÁCONO”?

Diácono es una palabra que proviene del griego y significa “servidor”. Su misión principal consiste en asistir al Obispo y a los sacerdotes ayudándoles en la predicación del Evangelio y en el servicio a los más pobres. Los diáconos, a diferencia de los presbíteros (los sacerdotes) ni celebran la Eucaristía (aunque ayudan a dar la comunión), ni confiesan a los fieles. Sí pueden administrar el sacramento del Bautismo y del Matrimonio, celebrar exequias y llevar la comunión a los enfermos.