Castelgandolfo, 17 de septiembre de 2006

Queridos hermanos y hermanas:
El viaje apostólico a Baviera, que realicé en los días pasados, ha sido una intensa experiencia espiritual en la que se han entrecruzado recuerdos personales, ligados a lugares que para mí son sumamente familiares, y perspectivas pastorales para un eficaz anuncio del Evangelio en nuestro tiempo. Doy gracias a Dios por los consuelos interiores que me ha permitido vivir y expreso mi reconocimiento al mismo tiempo a todos los que han trabajado activamente por el éxito de mi visita pastoral. Como es costumbre, hablaré de ella más ampliamente durante la audiencia general del miércoles próximo.
En este momento sólo deseo añadir que me siento muy apenado por las reacciones suscitadas por un breve pasaje de mi discurso en la Universidad de Ratisbona, considerado ofensivo para la sensibilidad de los creyentes musulmanes, mientras que en realidad se trataba de una cita de un texto medieval, que no expresa de ninguna manera mi pensamiento personal. Por este motivo, ayer el señor cardenal secretario de Estado hizo pública una declaración en la que explicaba el auténtico significado de mis palabras. Espero que esto sirva para calmar los ánimos y para aclarar el verdadero significado de mi discurso, que en su totalidad era una invitación al diálogo franco y sincero, con gran respeto recíproco.
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