La Diócesis de Orihuela-Alicante se suma un año más a la Jornada Mundial de la Vida Consagrada que instauró el papa Juan Pablo II en 1997 y que este año se celebra bajo el lema La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido. El objetivo de esta jornada es ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca y dedicar su vida a Él. En la actualidad, los consagrados también ayudan con una mirada especial a personas que experimentan nuevas formas de injusticia, aflicción y desesperanza: los afectados por la COVID-19.

Como viene siendo habitual en la Diócesis, la jornada del 2 de febrero, el obispo diocesano, monseñor Jesús Murgui, presidirá una eucaristía a las 19:30 h en la Concatedral de San Nicolás de Alicante. Este año, la misa estará dedicada de forma especial a los afectados y víctimas de la pandemia entre los miembros de la vida consagrada de la Diócesis de Orihuela-Alicante, un colectivo muy golpeado por la enfermedad.

PRESENCIA DE LA VIDA CONSAGRADA

La realidad de la Vida Consagrada en la Diócesis de Orihuela-Alicante es muy variada. Hay once monasterios de vida contemplativa en ciudades como Orihuela, Alicante, Altea, Elche, Onil y Villena. Dedican su vida especialmente a la oración por la Iglesia y el mundo.

Por otro lado, en cuanto a la vida activa, están las comunidades masculinas: agustinos, asuncionistas, capuchinos, franciscanos, jesuitas, maristas, mercedarios, misioneros claretianos, misioneros de la consolata, reparadores y salesianos. Prestan un servicio a la Iglesia en parroquias, colegios, pastoral penitenciaria, pastoral gitana, pastoral juvenil, formación, pastoral social, retiros, ejercicios y otras labores pastorales

Las comunidades de religiosas de vida activa – como calasancias, carmelitas, carmelitas misioneras, carmelitas misioneras teresianas, discípulas de Jesús, franciscanas de la Purísima, hermanas de la Doctrina Cristiana, hermanas de Betania, hermanitas de los Ancianos Desamparados, jesuitinas, Jesús María, josefinas, oblatas, misioneras de María Juana Coeli, avemarianas, salesianas, salesianas del Sagrado Corazón, San José de Cluny, Siervas de Jesús o Pro Eclesia Santa – prestan un gran servicio a la Diócesis y a la sociedad. Desde la atención de residencias de ancianos hasta la pastoral penitenciaria, pasando por la docencia en numerosos colegios, la atención de casas de espiritualidad, a parroquias o sacerdotes. También desarrollan su misión en el ámbito de la sanidad (psiquiátrico, hospital), en el trabajo con grupos con riesgo de exclusión social (obras sociales, acogida a mujeres maltratadas), atienden a enfermos pobres incurables (como es el caso de las Servidoras de Jesús del Cottolengo), llevan adelante iniciativas de pastoral en el mundo gitano, en el mundo obrero, en la pastoral de la cultura y en la atención a santuarios y lugares de culto.

En la Diócesis trabajan además otras comunidades con una gran labor social, caritativa y educativa como son las llamadas Sociedades de Vida Apostólica, las Hijas de la Caridad, los Institutos Seculares o las Vírgenes Consagradas Seglares.

Jornada Mundial de la Vida Consagrada 2021 – YouTube