Continúa el Congreso Mariológico y de Primer anuncio en Elche con más de 2.600 inscritos.

La representación de la Venida de la Virgen congrega a un gran número de fieles y curiosos por las calles de Elche entre ellos el Nuncio de S.S. en España.

La jornada del viernes, 21 de febrero por la tarde, continuó muy animada con una gran afluencia de gente que ya empezaba a recoger sus acreditaciones y kits en el Centro de Congresos de Elche. Las ponencias continuaban en la ciudad, esta vez, en el Gran Teatro. Allí se reunieron el Sr. obispo de la Diócesis D. José Ignacio Munilla Aguirre, el Nuncio de Su Santidad el papa Francisco en España, don Bernardito Auza, y el alcalde de Elche, D. Pablo Ruz. Los tres intervinieron haciendo, cada uno de ellos, una lectura de lo que el Congreso está significando tanto en la ciudad como en la Diócesis y reconocieron a las partes, la dedicación y el trabajo realizado. Asimismo, los tres coincidían en agradecer a la Virgen María, bajo la advocación de la Virgen de la Asunción, presente en el escenario, los beneficios que de ella obtenemos a nivel de fe, cultura y humanidad.

Así, el alcalde de Elche, don Pablo Ruz, mencionaba: “este Elche nuestro es una ciudad que mira al Cielo y que tiene a la Virgen en su centro. Disfruten mucho esta tarde de la romería de la Mare de Déu desde San Juan hasta Santa María, disfruten mucho de la ciudad. Muchas gracias, ¡Viva la Mare de Déu!”.

 

Continuaba con su intervención el Nuncio de Su Santidad, con unas bonitas palabras en las que felicitaba a nuestro obispo por la organización de este Congreso Mariológico “ha sido y es una muy buena iniciativa, enhorabuena”. El Sr. Nuncio recordaba la figura del Papa, a quien representa en nuestro país: “Al mismo tiempo les felicito por sus oraciones, como hemos hecho en especial en estos días. Invocamos sobre el Papa la intercesión de la bienaventurada Virgen María en su advocación por el misterio de su Asunción”. En su intervención recordaba las palabras del Papa S. Pablo VI, que, al promulgar la Constitución Dogmática del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia, en la que declaraba a la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, subrayaba con sentimiento filial lo que todos reconocemos en las palabras de Jesús, aquellas que, en el Calvario, colgado de la cruz, dijo al discípulo, y en él, a cada discípulo, a cada cristiano, a cada uno de nosotros: “Ahí tienes a tu madre”. Y continuaba: “María, hoy sigue acompañando y protegiendo con su corazón maternal a todos nosotros y a cuantos aún no han tenido la dicha de conocer a su Salvador. (…) En ella contemplamos también nuestra vocación y nuestro destino. (…) María fue dichosa y mantuvo viva su esperanza durante su peregrinación por este mundo porque en todo momento permaneció atenta a la Voluntad del Padre para ella. (…) Las actividades del Congreso tienen previsto finalizar con la consagración de la Diócesis de Orihuela-Alicante al Inmaculado Corazón de María, un corazón lleno de un amor inaudito, como canta la representación del Misteri d’Elx: ‘Gran deseo me ha venido al corazón de mi querido Hijo lleno de amor, tan grande que no lo podría decir y, por remedio deseo morir’. Ese corazón nos asegura protección y cobijo, nos da esperanza para superar las contrariedades de la vida cotidiana”.

 

Para terminar, era el turno de don José Ignacio Munilla Aguirre, que también dedicaba unas preciosas palabras a la Virgen: “La grandeza de María está en su acto de Fe, tan pleno como sencillo. Esa fue (el fiat de María) la mayor colaboración que la Humanidad ha prestado en la obra de la Salvación de Dios. Es la cúspide y modelo de la actitud de toda criatura humana ante Dios, es la verdadera religiosidad. María tuvo una fe probada y es para nosotros un modelo, que también somos probados en el camino de la Fe. María es el claro ejemplo de la verdad que encierra la Escritura. En ella se cumple la profecía: ‘desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones’.” Asimismo, D. José Ignacio quiso ofrecer unas propuestas concretas para llevar adelante el primer anuncio en la experiencia de María: “Primero: Es importante hacer presente a María en el primer anuncio kerygmático. Segundo: estamos llamados a cuidar de los espacios ‘Nazaret’, es decir, convertir los santuarios marianos en un Tabor. En tercer lugar: tenemos que hacer presente a María en el dolor. Cuarta propuesta: estamos llamados a hacer un primer anuncio y una acogida en las relaciones ecuménicas en nuestra Diócesis, de singularidad mariana.”

Tras terminar con las intervenciones en el Gran Teatro, la comitiva y los asistentes al Congreso, además de numerosos fieles de la ciudad de Elche, se trasladaban a la parroquia de San Juan para iniciar la romería que representa la Venida de la Virgen. Las calles de Elche, llenas de gente emocionada, lanzaban, vivas, pétalos, tracas y aplausos al paso de la virgen y de Francisco Cantó, seguidos por la comitiva, formada por el Nuncio de Su Santidad, el obispo diocesano, D. José Ignacio Munilla, D. Vicente Martínez, rector de la Basílica de Santa María, el ilicitano D. Francisco Conesa, obispo de Solsona, D. Jesús Murgui, obispo Emérito de la Diócesis de Orihuela-Alicante, y D. Francisco Cases, oriundo de Orihuela y Obispo Emérito de Canarias. Les acompañaba también la comitiva oficial del Ayuntamiento de Elche, encabezada por el alcalde D. Pablo Ruz. A su llegada a la Basílica de Santa María, el Nuncio pronunció unas palabras y una oración para, posteriormente, trasladarse a la sacristía, donde la presidenta de la Sociedad de la Venida de la Virgen ofreció al Sr. Nuncio, un cuadro representativo y el libro de honor donde dejar escritas unas palabras. Tanto el Nuncio como el Obispo, tuvieron la oportunidad de dejar su impronta en el libro en un ambiente de agradecimiento a la Mare de Déu y a la ciudad de Elche. Minutos más tarde, de nuevo en el interior de la Basílica, se ofreció un concierto de la Capella del Misteri.

 Para terminar la jornada, en la basílica de Santa María, repleta de jóvenes, artistas y músicos, se celebró un Kairós que contó con la presencia del artista y dibujante Patité.