Nuestro obispo y pastor diocesano Monseñor José Ignacio Munilla publica esta carta y mensaje en el marco del 1º de mayo, Día Internacional del Trabajo y festividad de San José Obrero:

Con gozo me dirijo a vosotros por primera vez como obispo de la diócesis en la celebración de San José obrero y Día Internacional del Trabajo de este 1º de mayo. Es mi deseo felicitar y unirme en esta jornada a todos los que con esfuerzo contribuís para que el trabajo sea verdadera fuente de desarrollo y humanización de la persona. Trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario, como nos recuerda el Papa Francisco, que genere espacios de futuro y transformación de la sociedad, especialmente entre los más jóvenes, para la edificación de un mundo más justo, humano y fraterno conforme al plan de Dios.

Como cristianos, nuestro compromiso con el mundo de hoy y el anuncio del Evangelio nos lleva a estar presentes en todas las realidades donde se desarrolla la vida de cada persona y, de manera significativa, también allí donde a través de su trabajo se dignifica o deshumaniza el ser del hombre. En este sentido, nos señalaba hace un par de días el Departamento de la Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal en su Mensaje con motivo del Día Internacional por la Seguridad y la Salud en el Trabajo[1], la importancia de poner en el centro de toda sociedad, sistema o mercado, a las personas como la “verdadera riqueza” puesto que, sin ellas, no sería posible comunidad de trabajo alguna, ni empresa, ni siquiera economía. Por tanto, no debemos de ahorrar ningún esfuerzo por lograr también en el mundo del trabajo extender cada vez más esta dimensión del cuidado de la persona puesto que «un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la dignidad de los trabajadores, no puede considerarse decente»[2].

Asimismo, en el marco de este Día del Trabajo, la Iglesia también se ha posicionado contra la precariedad laboral a través de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente que ha lanzado el manifiesto Sin compromiso no hay trabajo decente en el que nos alerta cómo la pandemia y las previsibles consecuencias económicas de la guerra en Ucrania “están debilitando el derecho al trabajo y empobreciendo y descartando a millones de trabajadores, principalmente mujeres, jóvenes y migrantes”[3]. Me uno a todos vosotros en el compromiso por la defensa de la dignidad del trabajo y el trabajo decente como una prioridad humana y, por ello, una prioridad cristiana y un compromiso de toda la Iglesia. 

Sigamos trabajando sin descanso para que situaciones reconocidas como la desigualdad salarial, el empleo juvenil precario, los entornos laborales inseguros, las dificultades de acceso de todos los trabajadores a los mismos derechos, la regularización de los que viven condiciones laborales precarias o el acceso a medidas de protección social para aquellas personas que no puedan acceder a un empleo, sean pronto realidades transformadas en la justicia y caridad por cuantos forman parte y son actores responsables en el mundo del trabajo.

Por último, inmersos como comunidad diocesana en el camino sinodal que estamos recorriendo, os invito a continuar prestando oído y voz a todas las personas y ambientes con los que estáis comprometidos y desde los que el Espíritu del Señor a través de las vidas de las personas, incluidas las de aquellas que han dejado la práctica de la fe, las de otras tradiciones de fe o sin creencias religiosas y los acontecimientos históricos que vivimos, nos está convocando para discernir la mejor respuesta de fe, tal y como nos recuerda el Concilio, a los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo, de los pobres y de cuantos sufren, puesto que estos son a la vez los mismos gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo[4].

Pidamos a Dios nuestro Padre por intercesión de san José obrero, que nunca falte a nadie el trabajo digno y honrado con el que desarrollar en plenitud la vocación a la que Dios le llama, ni el salario justo que le permita llevar a los suyos y poner sobre la mesa, el pan de cada día.

[1] Conferencia Episcopal Española, Departamento de Pastoral del Trabajo, Mensaje con motivo del Día por la Seguridad y la Salud en el Trabajo, Madrid, 28 de abril 2022.

[2] Francisco, Video mensaje con motivo de la 109 reunión de la conferencia internacional del trabajo, Ginebra, 17 de junio de 2021.

[3] Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, Sin compromiso no hay Trabajo Decente, Manifiesto ante el 1º de mayo 2022.

[4] Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Gaudium et Spes, 1.

 

José Ignacio Munilla Aguirre

Obispo de Orihuela-Alicante