Con motivo del XXV aniversario de la ordenación episcopal del obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante, monseñor Jesús Murgui, se ha editado el libro “Ministerio Episcopal en tiempos de pandemia” cuyo contenido pretende testificar las respuesta pastoral, la labor con la que la Iglesia Diocesana ha tratado de afrontar estos tiempos difíciles provocados por la pandemia por Covid-19.

Esta publicación fue presentada por el propio obispo el pasado sábado 5 de junio en el tradicional Encuentro Diocesano de Pastoral con estas palabras:

Me dirijo a vosotros para ofreceros unas palabras que puedan servir de presentación del libro “Ministerio Episcopal en tiempos de pandemia”, que a iniciativa del Consejo Episcopal, se ha publicado con motivo del XXV aniversario de mi ordenación episcopal, y que está plenamente situado en el contexto pastoral del Encuentro Diocesano de Pastoral de este año.

En su origen está la situación de pandemia que nos ha marcado desde marzo del 2020 hasta el presente en el que estamos, y la respuesta pastoral –que es lo que refleja y recoge el libro- que nuestra Diócesis ha dado a esta circunstancia, por medio del ministerio de su obispo y de todos aquellos que impulsan y sostienen la vida diocesana.

A estas alturas resulta bastante evidente que esta pandemia ha provocado un gran dolor y sufrimiento en todo el mundo, de forma inesperada y con proporciones insólitas, hasta el punto de haber transformado en nuestra sociedad muchas costumbres y hábitos, trabajos y fiestas, hasta el extremo que muchas cosas y muchas vidas ya no serán como antes. También ha provocado una respuesta de solidaridad, de innovación y de adaptación que nos llena de orgullo como seres humanos. También esto ha sido así en la vida de nuestra Diócesis.

Una circunstancia de esta envergadura pone a prueba a nuestras personas, y también al tejido social, en nuestro caso al tejido eclesial; pone en evidencia nuestra fe y nuestras ganas de trabajar; pone a prueba la consistencia de nuestras comunidades e instituciones, y sus servicios, tanto parroquiales como diocesanos. Igualmente revela qué es lo que resiste en nosotros al temporal, y muestra qué es importante y prioritario, y qué es prescindible en nuestra vida y nuestra realidad comunitaria y social.

Una crisis, una tempestad de estas proporciones, una experiencia de “noche” que no acaba, con sensación de fracaso e infecundidad (como la “noche” del texto evangélico de Juan 21, 1-14, que acaba de mencionarse como referencia para las Orientaciones Pastorales del próximo curso 2021-2022) se convierte, por la presencia del Resucitado, en llamada –oportunidad- para recomenzar. Ante la adversidad que hemos atravesado como personas y como Iglesia, quedémonos con su invitación “venid y comed”, y con la necesidad de obedecer su voz: “echad las redes y encontraréis”, y todo porque reconocemos su presencia en medio de nosotros (“es el Señor”); el Señor cuyo amor no nos deja. Es por eso que el libro es un eco de la fe proclamada por el Sucesor de Pedro el 27 de marzo del pasado año, en la celebración lluviosa de aquella plaza de San Pedro solemnemente vacía. Un libro testimonio de la fe en Cristo que está en la nave de Su Iglesia, y que se hace presente a través de sus Pastores y de todos aquellos fieles que han estado remando en esta situación crítica.

Quedémonos con el hecho de que en medio de la enfermedad y la tragedia de sus secuelas, no solo sanitarias, muchas personas en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia han sido capaces de darse, y de enfrentarse a la adversidad, recomenzado y reinventando su servir y acompañar a quienes les necesitaban, haciendo verdad, por gracia, las palabras de San Pablo: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20).

Los escritos contenidos en el libro testifican las respuesta pastoral, la labor con la que nuestra Iglesia Diocesana ha tratado de afrontar estos tiempos difíciles, con el impulso y orientación del ministerio episcopal, unidos al buen hacer y la entrega de las Delegaciones, Secretariados, parroquias, colegios, asociaciones y movimientos, de presbíteros, diáconos, religiosos y laicos, en estos momentos de pandemia. Mostrando que la Iglesia Diocesana no ha dejado de evangelizar en esta situación tan difícil. En el barco de la Iglesia todos hemos contribuido a “capear” el temporal. Así la pandemia, por gracia, se nos ha convertido en una oportunidad para crecer en amor a Dios y a los demás. Siendo de importancia notar, tanto en los escritos episcopales como en lo que en el libro se denomina “documentación complementaria”, cómo no nos hemos quedado en abstracciones y generalidades, sino que se ha descendido a medidas para adaptar la pastoral a la nueva situación con el fin de que todos los fieles, en sus diversos estados y circunstancias, pudieran seguir alimentándose con la fortaleza del Señor.

El centenar de documentos que contiene el libro, a los que se suma la llamada “documentación complementaria” emanada de Vicaría General, se han agrupado por meses, desde marzo de 2020 a mayo de 2021, manifestando que la situación de la pandemia ha ido cambiando constantemente, como el oleaje en una tormenta… Y la Iglesia Diocesana, en comunión plena con la Iglesia Universal y el ministerio de Papa Francisco, y en sintonía con las medidas sanitarias dictadas por las autoridades competentes, ha ido acompañando a los fieles en esta situación, mostrando la cercanía de Cristo.

Con todo ello, y desde la voluntad de vivir la pandemia como oportunidad para crecer en el amor a Dios y a los demás, me permito, con la ayuda de quien conoce bien el libro, sintetizar las principales convicciones contenidas en estos escritos a modo de decálogo:

  1. La pandemia: ocasión para discernir y esperar. Es el reto de integrar el momento presente en la vida de nuestra Iglesia Diocesana, descubriendo la llamada de Dios en estas circunstancias. Ocasión, no para desesperar, sino para esperar. Hay un plan de Dios que necesitamos descubrir y aceptar.
  2. La pandemia: oportunidad para experimentar la cercanía del Resucitado. Precisamente en este tiempo de interrogantes y angustias, el Resucitado es la medicina y la esperanza. Cristo resucitado presente en la barca de la Iglesia en medio de la tempestad. 
  3. La pandemia: oportunidad para aumentar el deseo de la Eucaristía. Las Orientaciones Pastorales para el curso que termina y para el que comienza, responden desde la Diócesis ante la situación creada en eta pandemia en relación a la Eucaristía, desde los condicionantes sanitarios y normativos (confinamiento, aforos, etc.). Necesidad y hambre de Eucaristía.
  4. La pandemia: ocasión para la responsabilidad y el compromiso ante la pobreza. Ante unas crisis económica, laboral y social, consecuencia en buena medida del drama sanitario, y origen de otros males que afectan a la vida familiar incluida; no toca pasar de largo ante las situaciones de pobreza, y toca acoger la enseñanza del Papa: “Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización… necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse”. (12-IV-2020).
  5. La pandemia: oportunidad para avanzar en la cooperación dentro de la Iglesia Diocesana, y vivir más la sinodalidad, que ya es una praxis en nuestra vida diocesana. Los mensajes, comunicados y homilías, junto con el abundante uso de los medios de comunicación, han permitido sentirnos unidos, en comunión. El ministerio episcopal al servicio de la integración, el compartir y sumar fuerzas; al servido de la comunión eclesial.
  6. La pandemia: ocasión para la creatividad pastoral. La llamada y la constatación de la creatividad pastoral en las parroquias, actividades catequéticas y litúrgicas, en la pastoral juvenil, la asistencia a enfermos y personas que viven en soledad, y en el fomento de la piedad popular.
  7. La pandemia: ocasión para que la familia se manifieste como iglesia doméstica. Destacando la importancia que en este periodo ha tenido la iglesia doméstica, la familia, como transmisora de la fe, y ámbito de culto y oración. La implicación de los padres en la catequesis y en la vida cristiana de sus hijos se ha visto incrementada; así como el papel familiar en la ayuda a las necesidades materiales, y como refugio en los momentos de crisis.
  8. La pandemia: oportunidad para mostrar el tesoro de la Iglesia, los enfermos, ancianos y los que viven en soledad. En los escritos aflora la preocupación por los más débiles: enfermos, ancianos y personas solas, que son lo que más han sufrido la pandemia.
  9. La pandemia: ocasión para una vivencia más interior de las fiestas y las celebraciones litúrgicas. La llamada a interiorizar las fiestas de nuestros pueblos y ciudades, y la Semana Santa especialmente, sin que falte la solemnidad y el cuidado debido a  las celebraciones litúrgicas.
  10. La pandemia: oportunidad para constatar la importancia de la acción del laicado cristiano en medio del mundo. A través de los laicos la Iglesia Diocesana se ha hecho presente de un modo heroico en hospitales, escuelas, residencias de ancianos, obras asistenciales, implicándose en el mundo del trabajo y de la migración, etc., dejando por doquier el buen olor de Cristo.

En definitiva, tiempos de pandemia, tiempos propicios para regenerarse y recomenzar, como personas, como Iglesia, por la gracia de Dios, ante las heridas de la Humanidad. Él nos sigue asistiendo.

Jesús Murgui Soriano.

Obispo de Orihuela-Alicante.