“…el trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo (…) se mide sobre todo con el metro de la dignidad del sujeto mismo del trabajo, o sea, de la persona, del hombre que lo realiza. (…) De hecho, en fin de cuentas, la finalidad del trabajo, de cualquier trabajo realizado por el hombre (…) es siempre el hombre mismo“
(Laborem Exercens, 6)

Tres trabajadores muertos en tres días consecutivos es el balance de una semana negra para la siniestralidad laboral en la provincia de Alicante. El martes, 15 de julio, perdió la vida en el polígono industrial de Castalla un transportista de 40 años y origen rumano al que le cayó encima una de las placas de mármol que estaba descargando del camión. El miércoles, 16 de julio, la explosión de la rueda de una grúa en el Club Náutico de El Campello mató en el acto a un operario de 47 años y dejó grave a su compañero, de 40. La trágica lista continuó el miércoles, 17 de julio, en Novelda con el fallecimiento del encargado de la factoría marmolera.
Con estas trágicas muertes, se eleva a quince el número de obreros muertos en el tajo en nuestra provincia en lo que va de año.
Ante el incesante crecimiento de la siniestralidad laboral, y que esta semana se ha hecho especialmente trágica en la provincia de Alicante, el Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera quiere manifestar ante la opinión pública lo siguiente:
Como trabajadoras y trabajadores, nos queremos unir al inmenso dolor de los familiares y allegados de estas víctimas, ofreciéndoles nuestra más fraternal solidaridad, y al mismo tiempo, expresar la rabia y la impotencia que sentimos, como personas del Mundo Obrero y como cristianos, ante esta cruda realidad que tan a menudo nos está sacudiendo.
Los/as trabajadores/as tenemos la responsabilidad de velar por nuestra seguridad cumpliendo las normas de prevención de riesgos y reivindicando junto a nuestros/as compañeros/as que las empresas garanticen el cumplimiento de la ley en esta materia. Pero creemos que el problema de los accidentes laborales se debe afrontar no sólo desde el ámbito laboral, sino también desde todas las instancias sociales y políticas. Esta sangrante realidad exige el compromiso de toda la sociedad (administraciones, empresarios, trabajadores, sindicatos, partidos políticos, asociaciones…).
Nadie puede mantenerse impasible ante tanta desgracia injusta, y en muchos casos, evitable.
Hoy en día se dispone de los adelantos y la tecnología suficientes para remediar esta sangría en la vida y la salud de los trabajadores y trabajadoras, pero creemos que mientras el trabajo humano esté sometido a la única lógica del máximo beneficio, mientras la productividad y la competitividad se logren a costa de degradar las condiciones laborales (flexibilidad geográfica, horaria, salarial y contractual, subcontratación y precariedad), los trabajadores y trabajadoras seguiremos pagando con nuestras vidas y salud la irracionalidad de este sistema de producción que padecemos.
Para nosotros como cristianos y para toda la Iglesia Católica, como se afirma en multitud de textos de la Doctrina Social de la Iglesia, la dignidad, la salud y la vida de cualquier trabajadora o trabajador son el bien más preciado. El valor del trabajo no reside en su rentabilidad económica, ni siquiera en el producto o servicio que genera, sino que el verdadero valor del trabajo está en la persona que lo realiza. Dios quiere que el trabajo sea para la vida.
Alicante, 18 de julio de 2008
Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera
Diócesis de Orihuela-Alicante