La acción de la Iglesia también está con la mujer. Es el caso, por ejemplo, de la Fundación María Vicuña, nacida en 2003 para integrar todas las acciones sociales que la obra de la Congregación María Inmaculada viene realizando desde el siglo XIX.

Con su trabajo, en los 16 países en los que está presente buscando promover el desarrollo humano principalmente de mujeres en situación de vulnerabilidad socioeconómica, a través de una educación de calidad.

“Con ello queremos dar respuesta a las dificultades que atraviesan las personas y poblaciones más desfavorecidas a nivel nacional e internacional, trabajando por
mejorar sus condiciones de vida, ampliando sus oportunidades, y promoviendo su promoción y cambio personal, para fomentar una transformación social desde su entorno y comunidad. Una actuación que prima a las mujeres jóvenes, niñas y niños, que ven limitado su desarrollo como personas autónomas, independientes y libres para poder vivir en dignidad”, nos cuentan desde la Fundación.

Para ello cuentan con casi medio millar de voluntarios. De esta manera, la Fundación lucha por un desarrollo humano que amplíe sus capacidades, potencialidades y oportunidades en el terreno laboral, social, personal, cultural y espiritual. Porque el verdadero objetivo no es darles ese pez, sino enseñarles a pescar: conseguir que estas mujeres aumenten su autoestima y confianza, que tomen conciencia de sus derechos, y tengan una necesaria variedad de opciones y posibilidades para la vida.

¿Y cómo es la atención que prestan las RMI? En primer lugar, se realiza un diagnóstico para identificar y cubrir las necesidades vitales de estas mujeres (alimentación, vestido, integridad física y psicológica y vivienda). Durante esta etapa, reciben además un seguimiento completo y una atención psicosocial personalizada que busque además su propia motivación, centrando la mirada en la búsqueda de opciones laborales a través de la bolsa de empleo del centro. Además se les da la formación necesaria y les animan a diversificar sus posibilidades de inserción laboral. Por último, las RMI ofrecen un espacio de convivencia para estas mujeres, que les permite crear lazos sociales.

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