JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO, 11-2-14:        FE Y CARIDAD (11 febrero)
Este es el tema para la Jornada Mundial del enfermo: Fe y Caridad, con el lema: “También nosotros debemos de dar la vida por los hermanos” 1Jn 3,16. El Papa Francisco, en su mensaje para esta Jornada escribe que “la fe en Dios bueno, se convierte en bondad, la fe en Cristo crucificado, se convierte en fuerza de amar hasta el final e incluso a nuestros enemigos”. También nos recuerda que fue San Juan Apóstol y Evangelista, quien estuvo presente en el Calvario, junto a la Cruz, se convierte, precisamente por esto, en el testigo del amor máximo que Cristo tuvo por la humanidad entera, dándolo todo; dio su tiempo, cuando a nosotros nos falta tanto tiempo; dio su palabra, cuando a nosotros nos sobran palabras vanas y nos faltan palabras de vida, dio su servicio cerca de los enfermos, pobres y necesitados en las periferias de la existencia, cuando nosotros estamos tan ocupados en no hacer nada; se desprendió de todo, y cuando no le quedaba nada, dio su vida por todos los hombres. Lo que nos interpela, concluye San Juan, a que “también nosotros debemos dar la vida por los hermanos”. Se trata de cumplir esta misión, dar la vida, como gastar la vida junto a nuestros hermanos que sufren la postración del dolor, la enfermedad o el sufrimiento. Pues, como dice el discípulo amado: “no se puede amar a Dios sin amar al hermano”
También el Papa Francisco nos recuerda que la cruz de la enfermedad “es la certeza del amor fiel de Dios por nosotros” que “nos invita a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña a mirar siempre a los demás con misericordia y amor, especialmente a los que sufren, a los que necesitan ayuda”.
Nuestro obispo D. Jesús, junto a los obispos de España, se prepara para asistir en este mes a la “Visita Adlimina” al Papa Francisco. Hay dos preguntas que el Papa hace siempre, enfocadas de una u otra manera, a cada obispo en “Visita Adlimina”, es una pregunta personal: “¿Tú das catequesis?”, y “¿Tú visitas a los enfermos?”. O sea, ¿tú fortaleces a tus fieles diocesanos en la fe?, y ¿tú confortas a tus enfermos y necesitados en la caridad? Es el tema que nos concierne en el encabezamiento de estas letras: Fe y Caridad. Es un tema presente en toda la Tradición Apostólica y en los Santos Padres. Es, en definitiva, la misio encomendada por Cristo: “Id y evangelizad, id y curad”. La pregunta para el obispo es una cuestión personal, no delegada, sino como obispo que ejerce su ministerio episcopal. Para cada cristiano la pregunta también es personal, desde su propio carisma, presbiteral o laical, colaboradores con su obispo, pero el término “epi” ya nos indica desde lo alto, el primero, con el carisma específico del discernimiento, propio suyo, por la recepción en plenitud del sacramento del orden. Unirnos al obispo, como guía, “como las cuerdas se unen en la cítara”, para trabajar en la viña del Señor, está en nuestras manos, por el Reino que desea Jesús, este Reino es el que está en juego cuando somos llamados a evangelizar y curar, sin perder en ningún momento la esperanza, sin ella, ni la fe ni la caridad se abren al horizonte que es la gloria de Dios, la esperanza es la que nos da capacidad para la fe y para la caridad.
Para esta tarea el Papa Francisco nos invita a ser “creativos y audaces” Evangelii Gaudium 32, nos lo dice a todos y a los obispos. No nos conformemos con un “no hay nada que cambiar”, o “siempre se ha hecho así”, lo dice el Papa. La Pastoral de la Salud nos da la oportunidad de dar el testimonio que el hombre de hoy busca, incluso en contra o fuera de las expectativas de los hombres, o los medios, fue el modus operandi de Cristo, siempre sorprendente ante lo que podían esperar o imaginar, con su dedicación especial hacia los enfermos, no por marketing, sino por dar respuesta a que el dolor, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, la última palabra siempre la tiene Dios, y Dios quiere la vida. Así se manifiesta su misericordia. Aquí radica la belleza y el gozo alegre de lo que anunciamos, lo sorprendente que puede ser Dios para el hombre de hoy, nuestros miedos o pastorales de balcón no pueden mutilarlo.
Los apóstoles, como nosotros y con nosotros todos los enfermos, contamos con el aliento maternal de María. Como nos pide el Papa en su mensaje, “cuidemos a los enfermos y apoyemos a los que cuidan de los enfermos”.
Vedasto José Gimeno Soler, párroco de la Santa Cruz, Petrer